lunes, 2 de diciembre de 2013

¿Qué clase de emprendedor eres?




Seguro que te ves reflejado

La imagen que se ha forjado del emprendedor corresponde con joven universitario, encerrado en un garaje y rodeado de algunos amigos, socios intelectuales, que consiguen encender la luz de la bombilla del éxito. En muy poco tiempo estarán en los primeros puestos de la revista Forbes. A las puertas del Nasdaq o de Wall Street, descamisados, con sus vaqueros, atuendo propio para llenar los bolsillos de millones de dólares o euros.

También tenemos otra versión del emprendedor. Esta se corresponde con ejecutivo visionario, plagado de éxitos en su trayectoria empresarial. Experto en hacer de oro todo lo que toca, y que no le cuesta nada disponer del capital y las voluntades necesarias para que su proyecto vea la luz con éxito garantizado. Perfecto para estos tiempos.

Pues no. Pues nosotros, los de este post, no somos de esa clase de emprendedores.

Porque nosotros somos de esos emprendedores que no tenemos más remedio que emprender. De esos que dormimos con el pellizco en el estómago porque hemos invertido en nuestra idea todos nuestros ahorros, y en algunos casos, los de amigos, familiares y conocidos. Somos de esos emprendedores que sentimos el cosquilleo de llegar al abismo, el vértigo. Y hacerlo con ilusión, convencidos que nuestro paracaídas se abrirá antes de llegar al suelo.

Porque somos de esos que vivimos en vilo con la llegada del cartero. De esos que vivimos sobresaltados con el aviso telemático, de Hacienda, de la Seguridad Social, de la empresa del teléfono.
Nosotros somos de los que pasamos horas planeando qué vamos a decir al banco para que no devuelva el recibo. Nos cuesta decir a nuestros proveedores que retrasamos el pago, que no le podemos pagar en fecha, que tenemos la cuenta sin saldo, que confíe en nosotros, que somos pagadores, que nunca dejaremos a nadie tirado. Que vamos a triunfar y ellos también.
De esa clase de emprendedores que miramos con agradecimiento a los que nos acompañan, a veces, gratamente sorprendidos por su paciencia, por su fidelidad.
También somos de esos emprendedores que hemos visto alejarse de nosotros a los oportunistas, a los que se retiran a hurtadillas, para que no se note, que no se creen nada¡¡ que no levantaremos cabeza con estas ideas en estos tiempos¡¡

Somos de esos emprendedores que miramos compulsivamente el móvil, esperando la señal del pedido, de la confirmación de un cliente, de esa noticia que nos tiene el alma en un puño. De los que amamos nuestro proyecto. De esos emprendedores que en momentos de debilidad, quizás nos preguntamos si todo esto merece la pena, y sin tener respuesta racional, lo dejamos pasar y seguimos adelante, con la magia y el cosquilleo moviéndonos por dentro. ¿Estaremos locos?.

Eso sí, el día que entre los muchos correos de grupos Linkedin y avisos o notas Facebook, descubrimos en el buzón el mail que esperas…Ese día.. El día que te da el vuelco el corazón porque ves en la pantalla un número que, sin saber porqué, te ha puesto de palpitaciones a más de cien… Ese día que te dicen que podemos tener una reunión para hablar... Te confirman el pedido…Te dicen que tu oferta pinta bien… Que lo van a estudiar… Que los correos y las peticiones de ofertas y presupuestos se animan... Que la curva de analityc asciende y no para...Y que decir del día que damos trabajo, otro puesto a un joven que lo merece, que hará futuro con nosotros.
Amigo, ese día el “subidón” es sublime. Bendito sean los emprendedores¡¡¡
Ese día, no lo olvides, ese día llega. Seguro que llega.

Bien, pues de esa clase de emprendedores somos nosotros.

Muchos de los que hemos iniciado proyectos empresariales, sabemos que los momentos de máxima felicidad se encuentran en el camino. Curiosamente junto a los momentos de mayor sacrificio. Que hace falta confianza en nosotros mismos y que si estamos convencidos en nuestra idea de negocio, tenemos que perseverar, no bajar los brazos, cambiar si hace falta hacerlo. A veces el camino recto es el más largo hacia el éxito. Conviene ser metódicos, oportunistas y siempre comprometidos con el proyecto.

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“Si el jefe está dotado de sabiduría, será capaz de reconocer los cambios de las circunstancias y actuar con presteza. Si es equitativo, sus hombres estarán seguros de la recompensa y el castigo. Si es humano, amará al prójimo, compartirá sus sentimientos y apreciará su trabajo y sus dificultades. Si es valiente, alcanzará la victoria, captando sin dudarlo, el momento oportuno” (Sun Tzu “El Arte de la Guerra”)
 

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