Seguro que te ves reflejado
La imagen que se ha forjado del
emprendedor corresponde con joven universitario, encerrado en un garaje y rodeado de algunos amigos, socios
intelectuales, que consiguen encender la luz de la bombilla del éxito. En
muy poco tiempo estarán en los primeros puestos de la revista Forbes. A las
puertas del Nasdaq o de Wall Street, descamisados, con sus vaqueros, atuendo
propio para llenar los bolsillos de millones de dólares o euros.
También tenemos otra versión del
emprendedor. Esta se corresponde con ejecutivo visionario, plagado de éxitos en
su trayectoria empresarial. Experto en hacer de oro todo lo que toca, y que no
le cuesta nada disponer del capital y las voluntades necesarias para que su
proyecto vea la luz con éxito garantizado. Perfecto para estos tiempos.
Pues no. Pues nosotros, los de
este post, no somos de esa clase de
emprendedores.
Porque nosotros somos de esos
emprendedores que no tenemos más remedio que emprender. De esos que dormimos
con el pellizco en el estómago porque hemos invertido en nuestra idea todos nuestros ahorros, y
en algunos casos, los de amigos, familiares y conocidos. Somos de esos emprendedores que sentimos el cosquilleo de llegar al abismo, el vértigo. Y hacerlo con ilusión, convencidos que nuestro paracaídas se
abrirá antes de llegar al suelo.
Porque somos de esos que vivimos
en vilo con la llegada del cartero. De esos que vivimos sobresaltados con el
aviso telemático, de Hacienda, de la Seguridad Social, de la empresa del
teléfono.
Nosotros somos de los que pasamos
horas planeando qué vamos a decir al banco para que no devuelva el recibo. Nos
cuesta decir a nuestros proveedores que retrasamos el pago, que no le podemos
pagar en fecha, que tenemos la cuenta sin saldo, que confíe en nosotros, que somos pagadores, que nunca
dejaremos a nadie tirado. Que vamos a triunfar y ellos también.
De esa clase de emprendedores que
miramos con agradecimiento a los que nos acompañan, a veces, gratamente sorprendidos
por su paciencia, por su fidelidad.
También somos de esos
emprendedores que hemos visto alejarse de nosotros a los oportunistas, a los
que se retiran a hurtadillas, para que no se note, que no se creen nada¡¡ que no levantaremos cabeza con estas ideas en estos tiempos¡¡
Somos de esos emprendedores que
miramos compulsivamente el móvil, esperando la señal del pedido, de la
confirmación de un cliente, de esa noticia que nos tiene el alma en un puño. De los
que amamos nuestro proyecto. De esos emprendedores que en momentos de
debilidad, quizás nos preguntamos si todo esto merece la pena, y sin tener
respuesta racional, lo dejamos pasar y seguimos adelante, con la magia y el cosquilleo
moviéndonos por dentro. ¿Estaremos locos?.
Eso sí, el día que entre los
muchos correos de grupos Linkedin y avisos o notas Facebook, descubrimos en el
buzón el mail que esperas…Ese día.. El día que te da el vuelco el corazón
porque ves en la pantalla un número que, sin saber porqué, te ha puesto de
palpitaciones a más de cien… Ese día que te dicen que podemos tener una reunión
para hablar... Te confirman el pedido…Te dicen que tu oferta pinta bien… Que lo
van a estudiar… Que los correos y las peticiones de ofertas y presupuestos se
animan... Que la curva de analityc asciende y no para...Y que decir del día que damos trabajo, otro puesto a un joven que lo merece, que hará futuro con nosotros.
Amigo, ese día el “subidón” es sublime. Bendito sean los emprendedores¡¡¡
Amigo, ese día el “subidón” es sublime. Bendito sean los emprendedores¡¡¡
Ese día, no lo olvides, ese día
llega. Seguro que llega.
Bien, pues de esa clase de
emprendedores somos nosotros.
Muchos de los que hemos iniciado
proyectos empresariales, sabemos que los momentos de máxima felicidad se
encuentran en el camino. Curiosamente junto a los momentos de
mayor sacrificio. Que hace falta confianza en nosotros mismos y que si estamos
convencidos en nuestra idea de negocio, tenemos que perseverar, no bajar los
brazos, cambiar si hace falta hacerlo. A veces el camino recto es el más largo
hacia el éxito. Conviene ser metódicos, oportunistas
y siempre comprometidos con el proyecto.
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“Si el jefe está dotado de sabiduría, será capaz de
reconocer los cambios de las circunstancias y actuar con presteza. Si es
equitativo, sus hombres estarán seguros de la recompensa y el castigo. Si es
humano, amará al prójimo, compartirá sus sentimientos y apreciará su trabajo y
sus dificultades. Si es valiente, alcanzará la victoria, captando sin dudarlo,
el momento oportuno” (Sun Tzu “El Arte de la Guerra”)
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